La lectura organizacional del mundo en la actualidad se orienta y
desarrolla hacia una visión totalmente diferente, en un contexto que
sorprendentemente ha cambiado su geografía socioeconómica, política y
cultural. Grandes tendencias, transformaciones
éticas, culturales, científicas tecnológicas; problemas de crisis ambiental,
violencia e intolerancia instaladas ecuménicamente, alta inequidad, baja
calidad de una educación nada pertinente.
De otro lado, el vertiginoso avance
del conocimiento, el fenómeno de la globalización y lo que implica y la
interculturación general, van generando
nuevas formas de vida, de organización del trabajo, de comportamientos humanos;
lo cual exige renovadas perspectivas en la educación e implementar, con criterio
innovador un cambio coherente con las condiciones y exigencias actuales.
La calidad del ser humano que debe formarse hoy como nunca es valorada en sus más significativas dimensiones, como persona, como ciudadano, como elemento útil a la sociedad en la que se desenvuelve, sea cual sea el rol, rango, nivel o ubicación cultural al que pertenece, como ser social consciente de su naturaleza gregaria, que le demuestra la necesidad del otro para vivir, crecer, desarrollarse, producir, vencer a los retos permanentes, al decir de Sócrates “ Ha de ser un sabio o un salvaje para vivir solo” Con Integración, interculturalidad, cooperación, pluralismo y paz. Según la opción que tome el hombre él es el único que puede cambiar o deteriorar su realidad.
Razones huelgan para reorienta la educación en una formación estratégica de profesionales de calidad, en la que la
contribución, desde diferentes ópticas, influencias, concepciones o puntos de vista teóricos o de otra rama del
saber, forje en los niños, niñas, jóvenes, porque no adultos, capacidades
de involucrarse en su propio desarrollo, de ser libre, prospectivos,
creativos, críticos y productivos, de saber asumir su identidad y resolver
problemas, comprometidos con responsabilidad social en el cambio de su realidad.
No podemos ni debemos seguir
soportando calificativos, para la educación peruana como el de formación de “analfabetos funcionales” (UNESCO) al
evidenciar que los estudiantes al terminar sus estudios secundarios carecen de
las competencias mínimas para el desempeño adecuado. La responsabilidad no es ajena, todos la tenemos, sin distinción de ninguna
índole, lo que falta es comprender que el cambio es ineludible o perdemos la salida.
Los modelos generados de carácter teórico para la educación deben tomarse
como referentes válidos al adecuarlos a nuestra realidad, desarrollarlos en
todo lo que su diseño implica y no parcializarlos en atención desarticulada y
obtener resultados nada satisfactorios.
Empecemos por reconceptualizar lo
que se entiende por educación ahora, cuál es su verdadero sentido, estamos
cumpliendo con en la eficiente atención a todos y cada uno de sus componentes,
procesos académicos, elementos pedagógicos.
Tenemos la clara visión de la complejidad humana en todas sus dimensiones ética, social, cultural, biológica, cognitiva, psicológica económica y lúdica. Que se necesita una nueva racionalidad, un pensamiento complejo, las bases del enfoque sistémico, un entender la semántica de desempeño idóneo para comprender su naturaleza y desarrollarla sintetizada en una formación estratégica. Si hemos optado por todo ello, no hemos ganado la batalla, hemos ganado la guerra.
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