Cuando se trata de buscar alternativas posibles de solución, nada más apropiado que informarnos de las nuevas formas de formar a las personas. La presente preocupación tiene dimensiones expectantes, sea en nuestro país como en cualquier otro, todavía en espera de una verdadera salida con decisión pertinente.
Nuevos enfoques orientan con acierto y valiosos resultados el proceso educativo
en otras realidades. Pero nuestra realidad es distinta, rica y pobre al mismo tiempo; con
abundantes recursos geográficos, biológicos, minerales, hidro y orográficos. Su población tiene un entorno pluricultural,
multilingüístico, pluriétnico. Una interacción positiva de dichos elementos podría
sumar sus potencialidades y dar lugar a la unidad de la variedad como alternativa, y con ello salir adelante?. En esto está nuestra riqueza.
Si en todo esto somos ricos donde está la pobreza? ¿a qué se debe que los peruanos no seamos capaces de
lograr la armonía con una clara visión de la educación que necesitamos? ¿Por qué no integramos la deseable sinfonía? aunando energías para hacer renacer el
espíritu altruista, desafiante y glorioso. ¿Por qué hacerla estallar atomizada por falta de
reflexión, talento, crecimiento humano, responsabilidad ética, social y cívica.
Creo que no estamos equivocados. La respuesta es que tenemos que
asumir nuestra realidad, con franqueza y conciencia. Nadie más que nos otros
somos el problema y la solución. ¿El camino? aquel que hace más humano al ser
humano, la vía ineludible el proceso histórico cultural llamado EDUCACIÓN.
La nuevas tendencias del mundo de
hoy, nos conducen a tomar las decisiones adecuadas. Nos estamos refiriendo a retos como el avance vertiginoso
de la ciencia y la tecnología, la globalización y sus efectos estructurales, la internacionalización cultural; con evidentes influencia en la
estructura social, de trabajo, estudio, recreación, costumbres, estilos de vida,
relaciones interpersonales y otros, incidiendo poderosamente en las
instituciones educativas, de manera singular en las universitarias.
Se impone una lectura organizacional diferente del ámbito educativo cuya visión y misión ostenten connotaciones diferentes. En palabras muy sencillas la educación que se merecen los peruanos es la formación integral, “cliché” tantas veces repetido, pero tan poco asumido.
Lo dicho implica relevar la calidad de la persona humana,
valorándola en sus más significativas dimensiones, para ser la alternativa de
este proceso que se nos va de las manos; sobre todo si observamos que lo que se está haciendo no
es más que jugar con la educación, atendiéndola por partes como si la intención
fuera "parcharla" con desconocido interés, pero no construirla como corresponde.
Ante este contexto, un cambio educativo es evidente, con
un modelo innovador, que permita
reconceptualizar la educación, otorgarle su verdadero sentido integrador; con
renovados enfoques de sus procesos y elementos. Todo ello, orientado a fines prospectivos, promotores de la capacidad de
responder y asumir el compromiso de alcanzar la calidad del ser humano, como
persona, como profesional competente y auténtico ciudadano con compromiso
social.
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